-He venido a estudiar, no entiendo el último tema. –Dije en el umbral de tu casa.
-Te explico, no hay problema.
-¿Tienes tiempo para mí?
-Siempre tengo tiempo para ti, entra.
Subimos las escaleras, nos dirigimos a la sala. Abriste tus libros en el comedor y comenzamos a repasar palabra por palabra. Pasaron las horas, nos fastidiamos a la vez que me enseñabas procedimientos inútiles de matemáticas. Es agradable el ambiente contigo, me desenfadas, me siento cómoda, y ahora, que ya he comprendido, supongo que me voy.
-Oye, ¿Podrías afinar mi guitarra otra vez? -Fue mi excusa estúpida para pasar un momento más acompañada. Entramos a tu cuarto; nos sentamos en la cama, te paso la guitarra y observo detenidamente cómo lo haces, tu rostro estaba serio, pero transmitía la misma paz de siempre. Tu cuarto olía a ti, un aroma embriagante, que me dejó desconectada hasta que escuché tu voz.
-Ya está. Toma. –Tendiste el instrumento hacia mí.
-Gracias, bueno, ya me voy.
-Está lloviendo, quédate, hay que hacer algo… Además es muy tarde para que te vayas sola.
-Puedes llevarme a mi casa si quieres.
-No, quédate a dormir, me da miedo estar solo. –Mencionaste con súplica.
-Ya no tienes 6 años, puedes dormir perfectamente sin nadie.
-Si mis papás regresan y encuentran mi cuerpo sin vida va a ser tu culpa.
-¿Y qué se supone que le voy a decir a mi mamá?
-No sé, inventa cualquier cosa.
-Ok… Préstame tu teléfono.
Llamé a mi casa, respondió mi hermano. Dijo que mamá no llegaría esa noche, estaba donde mis tías que habían venido de visita, así que no hubo problema.
-Eres un idiota con suerte.
-Ya lo sé. –Sonreíste.
Has puesto una película, apagado la luz, y el tiempo se ha ido volando una vez más. Como es tu costumbre seguiste jorobando hasta que el filme terminó. Hora de dormir, un par de velas iluminando la estancia. Era más de la 1 de la mañana. No tengo sueño, y sé que tú tampoco. Comenzamos a hablar de trivialidades recostados en tu cama, cayendo poco a poco en temas personales muy íntimos. Somos adolescentes, el morbo poco a poco se apodera de nosotros.
-¿Qué me harías, corazón, si un día me tuvieras completamente a disposición tuya? – Pregunté lo más sensualmente que pude, incorporándome sobre mis codos. Me miraste severamente, pero contestaste con desenfado…
-Te pintaría las uñas, te dibujaría estupideces en la cara, les tomaría fotos y las subiría a internet.
-¿Ah sí? Qué creativo eres, por un momento pensé que…-Y entonces me interrumpiste con un beso.
-En este momento te tengo completamente a mi disposición ¿Te gustaría saber qué te haría?
Ni siquiera me dejaste responder. Seguiste, nos besamos pausada, pero constantemente; en un arranque de deseo y lujuria por parte de los dos. Poco a poco, terminé recostada de nuevo, ahora contigo sobre mí. Tus manos y labios se aventuraron a tocar más allá…Sentí tus besos en mi cuello, hombros y clavículas. Bajaste el cierre de mi sudadera para descubrir que no llevaba otra cosa puesta más que el sujetador, contemplaste brévemente mi cuerpo, buscaste mis ojos, y de nuevo nos hemos vuelto a besar. Me despojas con suavidad de la primera capa de ropa que has abierto. Invertimos posiciones, te quito la playera, dejando completamente desnudo tu torso; te empujo hacia atrás, ahora te domino yo. Dejo un rastro de besos húmedos a lo largo de tu cuello, pecho, abdomen, repartiendo a la vez mordidas por todo tu cuerpo, mi cabello hace cosquillas en mi recorrido. Me detengo en el filo de tu pantalón. Te sonrío con lascivia al notar el pequeño bulto que crece dolorosamente ahí dentro. Vuelvo a subir, me abrazas y nos recostamos de lado, frente a frente, restregando nuestra piel desnuda.
-Te quiero. –Me dices entre jadeos.
-Yo también. –Te respondo con el rostro encendido de vergüenza. – ¿Hasta dónde…vamos a llegar?
-Hasta el final…si me lo permites. –Dijiste dubitativo, sin despegar tus ojos de los míos.
-¿Estás seguro?
-Nunca había estado más seguro de nada.
Hubo algunos segundos de silencio, en los cuales inspeccionamos nuestras miradas, reflexionando, pidiéndonos permiso…Enredé mis dedos en tu melena, regalándonos otro beso con deleite, estrujando nuestras carnes una vez más.
Desapareciste mi sujetador, lanzándolo lejos, ahora, estamos en condiciones iguales de la cadera hacia arriba. Tomaste mis pechos entre tus manos, masajeándolos con vehemencia y suavidad al mismo tiempo…Atrapaste un pezón con tu boca, arrancándome el primer gemido de la noche.
Repartes caricias, besos y lametazos. Mi cuerpo se contorsiona debajo de ti. Los suspiros se a galopan en nuestra garganta. Mi estómago da un vuelco, me siento tan débil, tan indefensa desde esta posición…Tus manos se cuelan a mi trasero, bajándome el pantalón y la ropa interior, te ayudo a retirarlos levantando mi peso; los has tirado al suelo. Desabrocho tu cinturón, el botón y el zipper, dando espacio y alivio a tu miembro palpitante. Con mis piernas deslizo tu pantalón hasta sacártelo por completo. Gateas hacia mí, que estoy sentada ahora, recargada en mis brazos estirados, enredamos nuestras lenguas con desesperación. Deslizas tus manos en mis piernas, sintiendo con detalle cada centímetro de mi piel.
-¿Vas a dejarme ver tus lunares? – Preguntas con una voz ronca, sexy, con tus ojos entrecerrados, examinándome.
Ladeé mis piernas, dándote una vista panorámica de mi muslo y nalga derecha. Pasaste la punta de tus dedos sobre él y enseguida sentí un mordisco en el mismo sitio.
-¿Estás nervioso?
-Sólo un poco. –Te estiraste para abrir un cajón de tu mesita de noche, sacas un preservativo y lo vuelves a cerrar, sentándote a un lado de mí.
-No te preocupes, yo tampoco tengo mucha práctica. –Tomé el paquetito de aluminio de tus manos, lo abrí, te recosté, bajé tu bóxer, apreté con mis labios la punta de la funda de goma, acercándome a tu sexo…posicioné el aro de goma en tu glande, empujando hacia adelante con mi boca, escuchando un suspiro de tu parte, a la vez que retiraba tu ropa interior por completo, hasta que quedó puesto correctamente.
-Joder, eso no es justo… -Dijiste cargado de placer y expectación.
-No, no lo es…-Tu cara cambió cuando rodeé tu cadera con mis piernas, y lentamente introduje tu virilidad dentro de mí, soltando un quejido de incomodidad, e inmenso placer juntos.
Mis piernas flaquearon, perdí la fuerza en mis extremidades debido a la invasión. Puse mis manos en tu pecho para darme soporte, y moverme despacio sobre ti, moviéndome lo más acompasádamente que pude. En tu rostro podía ver gozo, deleite, satisfacción. Tus labios entreabiertos, leves jadeos quemando tus pulmones, y yo haciéndote sufrir a propósito, alentando mis movimientos.
-¡Mierda no me hagas esto! –Invertiste posiciones abrúptamente, sin salir de mí, encontrando nuestros labios una vez más. Abracé tu cuerpo con mis piernas, me aferré a tu cuello, y ahora tú tienes el control, embistiendo con furia, una mano en la cama y la otra entrelazada con la mía.
Tu respiración choca con mi cara, mis gemidos se pierden en tu oído. Las sensaciones son desgarradoras, sin querer araño tu espalda. Resuena entre el silencio el sonido de nuestras caderas chocando con brutalidad. Veo borroso, trato de divisarte en la escasa luz, tocas ese punto que me hace tocar el cielo, mi cuerpo se curva….
-Ahh…mmm…ahh~ ahí…
-¿Te gusta? –Tus jadeos entrecortan tu voz.
-S…Ahh sí…
Tomas mis piernas por la parte interior de las rodillas, y las elevas hasta tus hombros, poniendo a prueba mi flexibilidad, llegando más profundo, las sábanas se llenan de sangre, partiéndome a la mitad con cada estocada que das. Tu cuerpo perlado en sudor, tus músculos remarcados por el esfuerzo, el sabor de tu esencia en mi boca son la imagen perfecta, más excitante…no te detengas…
-Ahh…ya casi. –Gruñiste.
Te detuve en el acto, tomé tu miembro con mi mano, retrasé tu orgasmo con la yema de mi pulgar cuando estuviste a punto de derramarte. Retiro la funda de látex que te envuelve. Los espasmos abandonan poco a poco tu cuerpo. Nos tumbamos frente a frente de nuevo, te doy un beso muy ligero, para después cambiarme de sitio. Acogí tu sexo en mi boca, escuché un ronco gemido de tu parte tensándote por completo. Degustando cada punto, en toda su extensión, succionando y lamiendo con ahínco, mi cabello juega en tus piernas y abdomen, tus suspiros salen descaradamente. Sin aviso, te corriste, dejando como prueba un amargo sabor…pero que para mí podría ser el más dulce…Me buscas, limpias la comisura de mis labios donde aún hay rastros de tu semilla, me abrazas y nos besamos acaloradamente. Separas mis piernas, tu lengua en mi intimidad…me haces estremecer, los escalofríos inundan mi cuerpo. Tocas mis piernas, glúteos, abdomen y pechos mientras me estimulas. Hundo mis dedos en tu pelo, el contacto es sofocante, pierdo la noción de mí. Sólo me dedico a sentir, musitar tu nombre cada vez que una corriente eléctrica recorre mi interior.
El clímax, cada vez más cerca, cada vez más fuerte me invade. Mi espalda se arquea, un grito ahogado en placer se escapa sin poderlo evitar. Subes a mi altura, me abrazas por detrás mientras nuestro corazón vuelve a la normalidad. Besas mi cuello y mis hombros cástamente. Me envuelves con tus brazos. Estás ardiendo, siento tu pecho subir y bajar de agitación. Las velas se han consumido por completo, nos devora una oscuridad abisal. Te remueves en la cama, nos cubres con un par de sábanas y regresas a donde estabas.
Aún no conseguía procesar, decodificar, archivar, todo lo que había ocurrido. Mi mente estaba en blanco, me sentía agotada. Podía sentir tu fuerza al abrazarme, y a la vez la delicadeza de no hacerme daño…me sentía protegida…
-¿Estás bien?
-Mejor que nunca, corazón.
-¿Ahora ya sabes qué es lo que te haría si te tuviera a mi disposición?
Sonreí, asintiendo. Lentamente caímos dormidos víctimas del cansancio. Acurrucada en tu pecho, sintiendo en detalle tu desnudez…
Escrito por: AlexX
Facebook:https://www.facebook.com/alexx.matsumoto.7